La fragancia conserva el alma acuática de sus predecesores, con un cosquilleo frutal, pero resaltando verdaderamente por un inesperado choque de agua marina junto con robustas y profundas maderas, una faceta hasta hora inexplorada por la marca. Retoma la imagen de sus predecesores y adopta la misma silueta con ángulos ligeramente redondeados. Sin embargo, se elimina la transparencia de su líquido, el cual cambia a un color ámbar y cubriendo su tapón metálico con una textura de madera que hace eco a una de las características más sobresalientes de la fragancia.